Esta pequeña fortaleza residencial de planta rectangular, antiguamente conocida como castrum diciembre Ciges, data del siglo XI, cuando Arnau Mir de Tost desplegó el poder defensivo de su señor, el conde Ermengol de Urgell. Gracias a su situación estratégica, se convirtió en protagonista durante las luchas cristianas y el avance hacia las tierras de la Hispania musulmana. Aunque su origen data en el siglo XI, la mayor parte de los elementos conservados son del siglo XIV. 

Desde su origen el castillo se ha mantenido en manos de la misma estirpe familiar, aunque bajo diferentes títulos. Así, como los Alemany de Cervelló, los Josa, los Ribera, los Agulló de Pino y, últimamente, los Sentmenat, Calvo de Encalada y Febrero han poseído el dominio sobre el lugar, así como la baronía sobre el cercano castillo de Florejacs, la historia del que ha transcurrido paralela a la de Los Silos durante casi mil años. Desde el segundo tercio del siglo XX, el castillo ha pasado a manos de la familia Canales, quien ha asumido las tareas de consolidación del edificio y de adaptación a los nuevos tiempos. Actualmente, el castillo se erige con vocación de convertirse en núcleo de promoción de eventos culturales, lúdicos y sociales. 

Visitas guiadas:
El edificio actual se compone de un cubo de piedra de planta rectangular, con paredes escarpadas y torre maestra (8 metros de altura) también de planta rectangular, rodeado por una muralla que cierra el recinto con la misma forma. Se trata, pues, de un aspecto genuinamente medieval. En cambio, el interior del castillo nos muestra unos espacios propios de una residencia aristocrática y conserva aún la bodega, la mazmorra y los espacios destinados a cocina, horno y caballerizas. El primer piso está ocupado por la sala anoble, dotada de una gran chimenea y abierta al sur por unos ventanales renacentistas con poyos. En el segundo piso, donde estaba el antiguo paso de ronda, se emplaza una terraza abierta a mediodía, cerrada al sur por las almenas y el matacán de la muralla. Al itnerior, encontramos la puerta románica de acceso a la torre y la escalera que permite subir a lo alto, donde se disfruta de una magnífica vista sobre la llanura de Lleida.